Su obra, en reinvención constante, lo mantiene lejos de la vejez. El joven César Aira cumplió 70 años 23 de febrero, un número redondo que se junta, de alguna forma, con su libro número 100, que editó Blatt & Ríos en marzo del año pasado. La novela breve se llamó El gran misterio, título que podría describirlo a él. Su carácter, “tímido, retraído, reticente, esquivo”, como dijo el escritor Martín Kohan, lo convierte en uno de los enigmas más preciados y apreciados de la literatura argentina.
«Cuentos de hadas dadaístas.» Así definió sus relatos. / Martín Bonetto.
Reservado, pero en constante actividad, es el autor argentino más prolífico. A fin de mes la editorial New Directions de Estados Unidos va a publicar, traducida al inglés por Chris Andrews, Cumpleaños(Random House), el ensayo que escribió cuando llegó a los 50 años. Y la novedad local para febrero en materia libros de Aira es la reedición de El juego de los mundos (Emecé), una novela que estuvo fuera de circulación por mucho tiempo, así que es muy buscada por sus fans.
Pero es más que una reedición, porque Aira escribe, siempre, todo el tiempo, no para, sigue, sigue. “Hizo otra de las suyas. Sacó un libro con el mismo título, pero que reescribió por completo. No leí esta nueva versión, pero él me dijo que cambió mucho”, cuenta Ariel Magnus, autor del recientemente publicado Ideario Aira (Random House), un diccionario de ideas sobre la obra literaria del autor de Coronel Pringles, residente del barrio porteño de Flores desde que tiene 18 años. Entre otras peculiaridades airianas, esos son dos de los escenarios más recurrentes de su obra.
En 2015. Respaldó al escritor Pablo Katchadjian en conferencia, quien había sido procesado por «plagiar» a Borges. / Martín Bonetto.
A pesar de la masividad con la que sale al mundo a través de su escritura, Aira se ha vuelto una rareza. Casi no da entrevistas, no escribe contratapas ni prólogos o artículos ni columnas, no presenta sus libros ni los de otros, no merodea el ambiente literario. “Él ya lo explicó varias veces. Como publica todo el tiempo sería una tarea de nunca acabar, y entonces cerró la cortina”, dice Magnus.
La cortina está cerrada de un modo a veces gracioso. Sobre fines de 2017 los diputados porteños intentaron contactarlo para declararlo personalidad destacada de la cultura. Nunca lo lograron. No respondió los mails, se quejaron desde la Legislatura en su momento. “Si lo llaman por teléfono, no atiende. Si le tocan el timbre, no abre. En medio de tantos pavoneos, jactancias y ostentaciones, ésta sí es una personalidad que se destaca”, lo defendió entonces Kohan.
Para medios del exterior a veces da alguna nota, pero ya no lo hace más en Argentina. Esa es una de sus leyes. Las normas lo son hasta que alguien las rompe. Así que valía la pena probar. “Sería un honor si contestara al menos una pregunta, breve, como regalo a sus lectores por su cumpleaños”, fue un intento de lo inconseguible, por mail. “¿Qué es lo que querías saber? No tengo secretos. C”, fue la respuesta sorpresiva y casi inmediata de Aira. César. “C”.
¿Cómo aprovechar la ventana, entornada, para colarse? “Su único compromiso es con la literatura, nunca la literatura le sirve como un medio si no que es un fin en sí misma”, reflexiona mientras tanto Damián Ríos, editor de su libro 100. Aún no llega a la casilla de correo la respuesta de Aira. Tal vez fue un exceso mandarle cinco preguntas.
Noviembre de 2016. Discurso en Santiago de Chile al recibir el Premio Manuel Rojas. / EFE.
“Publica donde se le da la gana. Creó a su público al mismo tiempo que su literatura. Siempre habrá un Aira que ni tengo ni leí. Hizo una construcción de autor en la sombra, tipo J.D. Salinger, a contramano de la sobreexposición a la que el público está acostumbrado”, dice la escritora y editora Ana Ojeda, una de las participantes del Festival César Aira que hace la Biblioteca Nacional en honor al autor este sábado.
No tiene secretos, es verdad. Ha dicho todo a lo largo de su obra. Lo dijo de un modo fabuloso, fantaseoso, creativo. A veces serio, estudioso, erudito, formal. Otras divertido, juguetón. Siempre entretenido. Pero su respuesta nunca llegó. “Tal vez las preguntas le resultaron un poco tontas, ¿podría hacerle otra?”, dice el tercer intento. Una botella al mar de la web.
“Perdón, perdón, no quiero quedar como un maleducado, pero todo el tiempo me están poniendo en compromisos. Tus preguntas son inteligentes y en otra época las habría respondido con mucho gusto. Ahora estoy demasiado abrumado. Gracias por el interés, de todos modos. C”. Si hay un modo de rechazar a alguien o algo y que el que propone se sienta incluso halagado, es este.
“¿Qué pasaría si un día se despierta y ya no tiene ganas de escribir?”. Esa es una de las preguntas que quedaron sin respuesta y que Kohan juega a responder: “Lo que a mi entender ha hecho César Aira, y nunca se lo agradeceremos lo suficiente, fue liberar a la escritura del imaginario de la misión y el mandato, el de la inmolación sufriente, la obligación moral, el cálculo disciplinario. Y colocarla, tanto mejor, en el ámbito dichoso de las ganas de escribir. Si se le fueran las ganas, entonces, no pasaría nada. No escribiría y listo. Lo catastrófico sería que, no teniendo más ganas, se obligara. Pero yo creo que eso no va a ocurrir de ninguna manera”.
Entre sus fans se puede contar a Patti Smith, que reseñó para The New York Times la colección de relatos El cerebro musical (2005, Random House), publicada en inglés como The Musical Brain en 2015. Dijo, entre otras cosas, que Aira tiene una “mente improvisadora” y un “ojo cubista que ve las cosas desde muchos ángulos al mismo tiempo”.
Foto de archivo, con Osvaldo Lamborghini
Sus historias no tienen género. Alguna vez Aira intentó definirlas como “cuentos de hadas dadaístas”. Escribe relatos y novelas, en general cortas, y transita el realismo, la lírica, la sencillez, lo concreto, lo fantástico. “Decenas de miles de lectores en todo el mundo nos asombramos de su desbordante imaginación y plenitud. Su prosa es elegante y cuidada, llena de imágenes preciosas y situaciones resueltas con gran pericia y técnica narrativa. Su incomparable inteligencia está al servicio de la evasión que proporcionan sus impensadas historias”, dice Ríos.
Igual esa sería apenas una porción de la torta. Fue finalista en 2015 del Man Booker International, uno de los premios literarios más prestigiosos del mundo. Su obra está traducida a 30 idiomas. Y además de ficción, piensa y analiza la literatura. Es experto en Copi y Alejandra Pizarnik. Escribe ensayos y estudios. En sus inicios fue traductor, entre otros de Stephen King. Y ahora, en plena juventud setentañera, es el autor argentino más importante de su generación. Y claro, sigue escribiendo.
El encuentro que lo celebra
El mismo día del cumpleaños número 70 del escritor, el próximo sábado, la Biblioteca Nacional Mariano Moreno le hace un homenaje con el Festival César Aira. Desde las 18, en la Plaza del Lector (Avenida Las Heras y Agüero), con entrada gratis, habrá lecturas públicas, un pequeño recital de Ornella Benevento y Manuel Navarro y stands donde comprar sus títulos.
Es una gran oportunidad de encontrar algunos de sus libros difíciles de conseguir, ya que Aira publica en editoriales grandes, pero también –y mucho- en otras medianas y chicas. Según explicó varias veces, es porque admiten formatos menores a las 200 o 300 páginas que exige el mercado, y él suele escribir breve. “A cada editorial le da un texto que calza perfecto en su catálogo, un texto muy pensado y muy elaborado”, dice Damián Ríos, de Blatt & Ríos, una de sus editoriales pequeñas.
Las lecturas, que tienen como eje la obra del homenajeado, las van a realizar la poeta y novelista Gabriela Bejerman; el experto en Aira Ricardo Strafacce; Ana Ojeda –que recientemente recibió dos menciones en los Premios Nacionales por novela y cuentos–; el autor Osvaldo Baigoirria; el periodista Mauro Libertella y la escritora Fernanda García Lao.
Madrid, 2010. Antes de presentar su conferencia «La Casa Encendida» / Gabriel Pecot
“Yo lo bauticé para mí El Airapalooza”, dice Ana Ojeda, que para la ocasión eligió leer el comienzo de la nueva versión de El juego de los mundos.
“Es una novela que anticipa un poco todo lo que está sucediendo ahora con este presentismo ubicuo que nos da la web que, en mi opinión, es una especie de muerte del tiempo, al menos, como lo veníamos experimentando”, explica.
¿Qué hará Aira el día de su cumpleaños? Ariel Mignus imagina una extravagante y secreta “alta fiesta para la ocasión”. Ríos dice, aunque lo conoce hace más de 20 años, que no sabe qué suele hacer o cómo festeja. ¿Pasará por los jardines de la Biblioteca Nacional? Ojeda reflexiona: “Si viene, lo hará de incógnito. En todo caso, qué haga él me parece lo de menos. Lo que importa es lo que hacemos con él, con su literatura”.
Fuente: Daniela Pasik, Clarín,