1. Islandia: un chorro vikingo
Es el fenómeno natural cuyo nombre pasó a ser el vocablo genérico que designa a todos los chorros de agua geotérmica en el mundo. La primera vez que los vikingos vieron un géiser en el sudoeste de la isla, antes del año mil, le dieron un nombre derivado de su verbo að gjósa, que significa «hacer erupción».
El sitio está bastante cerca de Reykjavik y se ha convertido en una de las excursiones más concurridas. El sobreturismo que asedia actualmente a Islandia hace que haya legiones de visitantes en torno al único géiser todavía en actividad en el sitio, cuando hasta hace unos años era posible admirarlo en soledad, aun durante los días más soleados del -muy corto- verano islandés.
El principal géiser de sitio era Geysir, el «padre» de todos ellos. Estaba ya cansado desde hace muchos años y sus erupciones eran cada vez más escasas (cuando no provocadas artificialmente). Se habían transformado en eventos que se anunciaba en la radio nacional islandesa. Un terremoto terminó de extinguirlo definitivamente, y en la actualidad el géiser en actividad es su hermanito, Strokkur (el Fuerte). Es apenas un hueco cubierto de agua en el suelo, en el emplazamiento de lo que fue un volcán en otros tiempos geológicos.
Cada 8 a 10 minutos escupe un chorro de agua hirviente a más de veinte metros. Cada erupción es un show completo que implica la vista, el olfato y el oído pero hay que tener la precaución de no acercarse demasiado y de estar bien cubierto, porque el viento hace salpicar el agua fuera de la columna del géiser.
El sitio de Geysir forma parte del llamado Golden Circle, una visita que incluye también el sitio geológico e histórico de Þingvellir. Es una falla en las rocas que simboliza la separación entre las placas de Europa y de América del Norte en el Atlántico Norte, donde los vikingos se reunían una vez por año en lo que se considera la primera Asamblea democrática de nuestra era. El circuito también pasa por las cataratas de Gulfoss. El Golden Circle cuesta unos AR$ 2600 por persona.
2. Chile: el abuelo que llora
Para los indígenas era un «abuelo que llora» y de ahí deriva el nombre de este valle, que los guías locales presentan como uno de los tres principales campos geotérmicos del mundo, junto al de Yellowstone y otro perdido en las soledades de Kamchatka, en el extremo oriente de Siberia.
El sitio es un catálogo casi completo de la actividad geotérmica de nuestro planeta: hay fuentes de aguas cálidas, barros hirvientes, fumarolas y géiseres. El valle es muy extenso y abarca varios kilómetros de un paisaje único, que hace pensar en una gran cocina geológica con numerosas nubes de vapor de agua que brotan del suelo.
Las visitas se concentran temprano por la mañana, cuando despunta el día, porque la diferencia de temperatura entre las aguas y el aire incrementa la cantidad de nubes de condensación y hace que el panorama sea aún más sobrecogedor. A medida que avanza la jornada, si bien la actividad geotérmica prosigue, la cantidad de nubes es menor.
En el Tatio, la amplitud térmica es extrema y se registran temperaturas por debajo del cero durante la noche, incluso en verano. Los guías comentan que se censaron unos 80 géiseres en total. Son muchos, pero menos espectaculares que en otros sitios del planeta porque los más altos no llegan a alcanzar un metro.
Las visitas al Tatio se organizan desde San Pedro de Atacama. Se sale por lo general a las 5 de la madrugada y se llega luego de dos horas por un camino de montaña. La excursión cuesta AR$ 1500 por persona a lo que hay que agregar AR$ 570 de entrada al parque. Durante la visita, se camina entre fumarolas y géiseres y es posible bañarse en una pileta de aguas termales. En el regreso, las excursiones paran en un pueblito de la puna chilena para comprar artesanías y en un bañado para observar flamencos. Hay que tomar en cuenta que la excursión no es apta para personas que sufren de apuntamiento o tienen problemas de salud porque el Tatio está por encima de los 4200 metros sobre el nivel del mar.
3. Estados Unidos: Yellowstone
Los géiseres del famoso parque norteamericano son causados por una monstruosidad que representa uno de los mayores peligros latentes del planeta. Una gigantesca caldera está en ebullición debajo del manto de rocas de las montañas, y provocará un cataclismo si algún día entra en erupción.
La última vez que lo hizo, hace más de 600.000 años, proyectó cenizas y rocas hasta el actual México, durante una explosión que fue 3000 veces mayor a la erupción del Vesuvio cuando destruyó las ciudades de Pompeya y Herculano. en Yellowstone, el peligro se transforma en un hermoso espectáculo visual, creando formas y tomando colores pocas veces vistos en el resto del mundo.
Entre los sitios más concurridos figuran los piletones de Mammoth Hot Springs y la fuente de Grand Prismatic.
Yellowstone es el segundo parque más grande de Estados Unidos y uno de los más visitados, con una concurrencia de varios millones de personas cada año. Es también el lugar que concentra la mayor cantidad de géiseres del planeta (se estima que unos dos tercios del total). Los dos más conocidos son el Old Faithful, que durante mucho tiempo escupió agua hirviente con una regularidad de cucú suizo a más de 40 metros de altura, y el Steamboat, el mayor del mundo, que tira agua a casi 100 metros de altura. Es muy irregular y entre 2005 y 2013 hubo que esperar más de ocho años entre dos erupciones. Desde el año pasado está mucho más activo. Sus erupciones no son regulares, pero suele haber varias cada mes.
El Parque Nacional Yellowstone está situado sobre tres estados: Wyoming, Idaho y Montana. Fue creado en 1872 y es el primer parque nacional del mundo. Es el mayor refugio de vida salvaje de las Montañas Rocallosas, donde es posible avistar lobos, alces, coyotes, ciervos, bisontes y osos además de muchísimas especies de aves. Como es muy grande, se recomienda elegir bien su portal de entrada. El sitio oficial es www.yellowstonepark.com
4. Argentina: termas de Copahue (Imagen de portada)
La Argentina también tiene su géiser y su campo geotérmico. Ambos están en la provincia de Neuquén, aunque en lugares distintos. El pequeño géiser de Los Tachos surge al pie del Domuyo, en el norte de la provincia.
Es muy humilde si se lo compara con sus parientes más famosos de Yellowstone, Islandia, Kamchatka o Nueva Zelanda, pero escupe sus aguas calientes entre piedras teñidas de amarillo y ocre al lado de un arroyo de deshielo. El chorro es casi continuo y alcanza la altura de una persona. Está cerca de la Villa Aguas Calientes (un rudimentario camping que tiene la suerte de tener una cascada de aguas tibias) y a unos 35 kms del pueblito de Varvarco.
El mayor campo geotérmico argentino es el de Copahue, el centro termal vecino a Caviahue, en el corazón de los Andes neuquinos. Es otro muestrario de todo lo que la naturaleza puede producir cuando se encuentran el fuego y el agua: hay fuentes termales de todo tipo, de todas las temperaturas y de variada composición química. Lo más interesante es que están todas una al lado de las otras. Algunas son aprovechadas para tratamientos en en centro termal que funciona solamente durante unos meses al año. En invierno, las instalaciones están sepultadas bajo una gruesa capa de nieve. Además de agua, hay también barros termales, como en la Laguna del Chancho.
La actividad geotérmica de Copahue es causada por el volcán homónimo. En verano, su cráter es el punto de llegada de una cabalgata. Se puede subir hasta el borde para ver el centro, ocupado por una laguna de aguas sulfurosas y manchones de nieves eternas. Se ven otras manifestaciones geotermales en Las Maquinitas (una fuente de agua hirviente cerca de Copahue) y Las Máquinas (otro hervidero con piletones naturales). El Salto del Agrío es una cascada de 60 metros dentro de una gran cuenca natural colorida por los depósitos de azufre y óxidos de las aguas ácidas del río.
5. Nueva Zelanda: hasta 30 metros
El archipiélago polinesio es uno de los lugares de mayor actividad volcánica y geotérmica del planeta porque está ubicado sobre el Cinturón de Fuego del Pacífico.
Uno de sus géiseres fue el más potente jamás visto por seres humanos. Era el Waimangu, cuyos chorros podían alcanzar más de 400 metros de altura. Un deslizamiento de terreno lo desactivó en 1908. Sin embargo, la región de Rotorua, en el centro de la Isla del Norte, sigue teniendo una intensa actividad geotérmica, como se puede ver en el valle de Whakarewarewa, en pleno centro de la ciudad.
Esta falla en las rocas está envuelta en una nube permanente, creada por el vapor de los chorros de los géiseres y de las fuentes calientes. Está dentro del complejo Te Puia, un sitio ocupado por los maorís desde su llegada a la isla en el siglo XIV, actualmente un resort turístico que permite acercarse a la historia y la cultura de los primeros habitantes de Nueva Zelanda.
Hay cientos de fuentes de aguas calientes, que brotan a distintas temperaturas, y actualmente siete géiseres siguen activos. Todos son tributarios de la misma falla tectónica y dependen uno del otro. El más emblemático es Pohutu porque es el más fuerte y activo. Como bien lo llamaron los maorís (su nombre quiere decir «explosión»), escupe agua cada hora y alcanza fácilmente los 30 metros de altura.
Te Puia es una de las mayores atracciones de Rotorua, una ciudad considerada el principal centro del turismo interno neocelandés. La visita incluye un museo que presenta la historia y la cultura de los maorís, junto a shows de música y danza y degustaciones de cocina tradicional. La visita permite acceder a las pasarelas por encima del valle y frente a la plataforma de Geyser Flat. Te Puia se visita de día (AR$ 1430 por persona) o de noche (AR$ 3270). www.tepuia.com Rotorua cuenta con varios centros geotermales más como Hells Gate en el que disfrutar de baños de barros termales y es el hogar del ogo, unas divertidas pelotas inflables dentro de las cuales uno se mete para bajar desde colinas.