El Malba se ha consolidado en los últimos años como refugio y plataforma de lanzamiento de muchos exponentes del cine argentino más independiente y audaz. Más allá del éxito de un ámbito oficial como el Gaumont, el auditorio ubicado en Figueroa Alcorta 3415 ha permitido conocer decenas de títulos que no tienen espacio en el circuito comercial.
Así, en febrero, Malba.cine estrena nada menos que cinco películas nacionales, que se suman a otros cinco valiosos films que permanecen en cartel: La boya, de Fernando Spiner (jueves, a las 21); Piazzolla: los años del tiburón, de Daniel Rosenfeld (viernes, a las 20.30); Las hijas del fuego, de Albertina Carri (sábados, a las 21.30); Introduzione all’oscuro, de Gastón Solnicki (sábados, a las 20), y Buenos Aires al Pacífico, de Mariano Donoso Makowski (sábados, a las 18).
El panorama de novedades de este mes es el siguiente:
«El día que resistía», de Alessia Chiesa (domingos, a las 19.30).Tras su estreno mundial en el Festival de Berlín del año pasado, la ópera prima de Chiesa llega al Malba con una propuesta inquietante: el film arranca con una diáfana, encantadora y lúdica mirada a la intimidad de tres hermanos en el ámbito bucólico de una casa de campo. Fan (Lara Rógora), de 9 años; Tino (Mateo Baldasso), de 7, y Claa (Mila Marchisio), de 5, juegan a las escondidas, a la «lluvia» de caramelos, bailan, se disfrazan, pintan, se lavan los dientes, interactúan con el perro Coco… Pura inocencia. Sin embargo, ya a los pocos minutos descubrimos algo inesperado: el padre y la madre no están en el lugar. Los dos más pequeños, por lo tanto, están al cuidado de Fan, quien con sus corta edad se encarga de cocinarles, de prepararles el baño y de contarles cuentos para que se duerman. Lo que Fan les lee es la clásica historia de Hansel y Gretel, y algo de un perturbador cuento de hadas hay en esta enigmática película que se va enrareciendo a medida que avanza y que remite por momentos a Nadie sabe, del japonés Kore-eda Hirokazu, y a Nana, de la francesa Valerie Massadian.
Flora no es un canto a la vida, de Iair Said (viernes, a las 19). Said, reconocido actor, cortometrajista y experto en casting, debutó en el largo con la historia de Flora Schvartzman, una nonagenaria que no ha tenido hijos y que, producto de distintas peleas, se ha mantenido alejada del resto de la familia durante años. Su sobrino nieto, que no es otro que el director, comienza a visitarla y a filmarla. Con mucho humor negro y una honestidad brutal (Said admite ciertas culpas y actitudes que están en el límite de lo ético), la película trasciende las limitaciones y lugares comunes de los diarios íntimos y los retratos familiares para convertirse en una propuesta tan incómoda como fascinante.
La nostalgia del Centauro, de Nicolás Torchinsky (jueves, a las 19). Una película bella y elegíaca sobre Juan y Alba, dos ancianos que viven en un paraje aislado de los cerros tucumanos manteniendo las costumbres gauchescas. Torchinsky registra la dinámica cotidiana y la del entorno, que pasa por pastar ovejas, afilar un cuchillo, preparar un asado o participar en un desfile, y nos deja la sensación de estar asistiendo a un micromundo en vías de extinción, al final de una época en un paraíso natural y con una forma de vida dominada por las tradiciones que el implacable progreso se encargará muy pronto de arrasar.
Mocha, de Francisco Quiñones Cuartas y Rayan Hindi (domingos, a las 18). El Bachillerato Trans Mocha Celis es desde marzo de 2012 la primera escuela del mundo orientada -aunque no de forma excluyente- a personas trans, travestis y transexuales. Y son los estudiantes los que toman la cámara y registran (o representan en escenas de ficción basadas en sus propias experiencias) el funcionamiento del colegio y sus luchas individuales o colectivas contra las desigualdades y la discriminación.
Te quiero tanto que no sé, de Lautaro García Candela (viernes, a las 22.30). Luego de su paso por la competencia Vanguardia y Género del último Bafici, se estrena esta película que registra las desventuras y los enredos de varios jóvenes durante un viernes en la caótica noche porteña.
Fuente: Diego Batlle, La Nación.