En la sección «La ciudad y sus mundos» se destacan las miradas de grandes fotógrafos sobre distintas ciudades como Nueva York y Buenos Aires. El obelisco y su entorno en 1951, según el encuadre de Grete Stern; una calle neoyorkina retratada por Franco Fontana en 1986; un callejón desierto de Salerno, en 1933, por Cartier Bresson. Hasta el domingo 17 se puede visitar esta exhibición de imágenes que integran la colección permanente del Museo Nacional de Bellas Artes.
Curada por Verónica Tell, la muestra tiene carácter itinerante y llegó a Buenos Aires el 11 de diciembre, después de exhibirse en Córdoba y Mendoza durante varios meses de 2018. Como explica Tell en el catálogo, «La ciudad y sus mundos» es «una selección de fotografías que hacen foco en escenas urbanas: en la ciudad como un espacio físico, simbólico y político; en cómo se habita la ciudad de forma personal; y en los universos que el fotógrafo descubre y recorta mientras busca la imagen que desea capturar».
Escribe Tell: «Los ‘mundos’ a los que hace referencia este título giran alrededor de tres ejes. Por un lado, se entiende la ciudad como un espacio físico, simbólico y político. Aquí se contempla la idea del espacio público cuya apropiación, en la cultura política contemporánea, constituye una forma arraigada y reconocida de participación ciudadana. Por otra parte, se distingue el mundo propio que cada persona arma en torno a la ciudad: la habita, la recorre, la usa, la padece y la siente -o no- su lugar. Habitamos las ciudades, pero ellas también nos habitan. Y por último, aunque difícilmente discernible de lo anterior, con ‘la ciudad y sus mundos’ pensamos en aquellos universos que el fotógrafo descubre y recorta, en sus recorridos y en la búsqueda de la imagen que desea capturar».
Presentamos una selección de imágenes de la muestra en palabras de la curadora.
Salerno, de Henri Cartier Bresson
Una de las nociones más difundidas de la fotografía del siglo XX es la del «instante decisivo», acuñada por Henri Cartier-Bresson, y que refiere al momento, precisamente capturado, en que la vida puede ser sorprendida «en flagrante delito». El reconocimiento de esta acción vital o de la significación de un hecho debe, a la vez, coincidir con una organización rigurosa de las formas, es decir, atrapar en el movimiento un ritmo de superficies, líneas o valores. Esta concepción de la fotografía es visible, por cierto, en «Salerno», expuesta en esta selección. Una sola figura humana se encuentra de pie en el centro de la imagen. Pero a pesar de esta centralidad, su posición, en la sombra frente al plano claro del fondo que nos niega la perspectiva, es ambigua, y el niño parece más en suspensión entre las líneas que forman la arquitectura y la sombra, que afirmado al suelo. Así, se combinan una fuerte composición geométrica y un dinamismo que enriquece la imagen.
El lenguaje fotográfico moderno empleó también encuadres atípicos (descentrado o interferencia de otras formas sobre el objeto principal de atención), y picados y contrapicados. Si, como decíamos al inicio
, la Leica y otras cámaras rápidas y livianas permitieron congelar escenas del trajín urbano diario, a la vez son ellas las que posibilitaron la adopción de nuevos puntos de vista, aprovechando, además, los sitios de altura que toda ciudad ofrece. Horacio Coppola, quizás el fotógrafo argentino que más cabalmente identificamos con Buenos Aires (sobre todo, a través de las imágenes realizadas para el libro editado por la Municipalidad en ocasión del cuarto centenario de su fundación ( Buenos Aires – Visión fotográfica), utilizó este recurso desde principios de la década de 1930. En «Calle Corrientes», el picado no es total, sino que se construye un plano rebatido sobre el cual los transeúntes, las sombras y las superficies blancas de los toldos establecen las direcciones que tensionan la superficie.
Obelisco, por Grete Stern
También Grete Stern se ha dedicado a observar y registrar la ciudad de Buenos Aires, en particular, a instancias de un proyecto editorial desarrollado a principios de los 50. Sistemáticamente, Stern recorrió la Capital en detalle, del centro a los barrios. Obelisco muestra una faceta interesante de ese punto urbano y, también, de la fotógrafa: se trata de una foto horizontal que deja fuera de cuadro el extremo superior de la emblemática construcción, para mostrar, en su lugar, el movimiento urbano. La plazoleta circular en la base del monumento es la pieza alrededor de la cual se desplazan autos y personas, mientras las avenidas, detrás, abren ejes diagonales.
Para agendar
Hasta el domingo 17, en el Bellas Artes se pueden visitar las muestras de William Turnery Clorindo Testa. También, la milenaria escultura de Afrodita de Capua, de casi 2000 años de antigüedad perteneciente del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Hay charlas informativas de jueves a domingos. Además, los jueves 6 y 13 de febrero, a las 18.15, habrá un taller para dibujar a la diosa griega, exhibida en el hall central del Museo. También hay recorridos con guía por «En tránsito. Fotografías de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes»: viernes 1, 8 y 15 de febrero, a las 12; y los sábados 9 y 16, a las 11.30.
La entrada es gratuita para residentes en la Argentina, menores de 12 años, docentes, jubilados, delegaciones de estudiantes y personas con discapacidad, mientras que el ingreso a la muestra de William Turner tiene un costo de $100, excepto los martes, y de miércoles a domingos, después de las 18.45, hasta el horario de cierre del museo. Los no residentes abonan una entrada de $100 (incluye exposiciones temporarias).