El documental Un cine en concreto de Luz Ruciello cuenta la historia de Omar Borcard, un albañil oriundo de la localidad de Villa Elisa, Entre Ríos y cómo su pasión por el cine lo llevó a construir una sala para el pueblo en su propia casa solo para que sus vecinos pudiesen disfrutar películas en una gran pantalla.
Esta pieza audiovisual es una invitación a la vida de este entrerriano que sabe que el amor y la fuerza de voluntad pueden más que cualquier dificultad. Por eso, hace 19 años que está al frente del, ya clásico «Cine Paradiso», en honor a la película italiana Cinema Paradiso, una auténtica declaración de amor al séptimo arte.
El filme fue seleccionada en 20 festivales internacionales hasta la fecha, entre los que se destacan el 34º Miami Film Festival, USA, Cinélatino, 29éme Rencontres de Toulouse, Francia, 41° São Paulo International Film Festival, Brasil y 20° Shangai Film Festival, China. Fue ovacionada al proyectarse como film de apertura del 21º Festival Internacional de Cine de Lima (PUCP), Perú.
Llevó diez años realizarla y ese tiempo se plasma en la texturas de sus imágenes y en el gran trabajo de montaje. Cuenta con música original de Maxi Prietto.
– ¿De dónde nace tu pasión por el cine?
– Desde muy niño me interesa todo lo artístico. Vivíamos en el campo, teníamos como único entretenimiento una radio antigua dónde escuchábamos música y me enteraba de las últimas noticias del espectáculo. Cuando mis padres se separaron en 1964, nos mudamos a Villa Elisa y a los nueve años comencé a vender revistas. Con lo que gané pude comprar una entrada e ingresar por primera vez a una sala de cine. A partir de ese día, comencé a ir religiosamente todas las semanas. Me volví un cinéfilo.
–¿Qué ocurrió con ese primer cine que te deslumbró?
– Lo cerraron ya que funcionaba en una biblioteca y se necesitaba el espacio. Al principio, hubo muchas promesas de reabrirlo pero, pasaron los años y no hubo ningún avance. No me quedé los brazos cruzados y comencé a desarrollar la idea de tener uno propio. Estaba impulsado por mi pasión y porque veía que los chicos no tenían muchas actividades para hacer relacionadas con la cultura.
– ¿Cómo lo vivían el resto de los vecinos?
– Había un descontento. Sin embargo, muchos de ellos habían dejado de ir a esta sala. Era la época de auge del VHS y algunos vecinos preferían quedarse en sus casas.
–¿Cuánto te llevó construir tu cine?
– Empecé en noviembre de 1996. Tardé bastante ya que en ese entonces seguía haciendo trabajos de albañilería y usaba mis momentos libres, los fines de semana o los feriados. Descansaba haciendo el cine. Me llevó unos tres años y medio. Fue un trabajo de hormiga, recuerdo cada viga que colocaba, cada pared que levantaba. Fue hecho con mucho amor y sacrificio. Había días que era terrible el dolor que sentía por mis problemas de columna y debía tomar muchos calmantes para seguir. Nada iba a detener ese sueño que tenía.
– ¿Qué pensaba tu familia?
– Mi señora al principio no sabía nada porque le había dicho que iba a construir un salón para alquilar. Cuando todos se enteraron, pensaban que estaba loco. Cómo iba a tener un cine si en la mayoría de las ciudades grandes estaban cerrando. Además, nadie entendía cómo desde una posición económica tan humilde, podía hipotecar lo poco que tenía para este proyecto. Vivimos en un mundo muy materialista, es muy difícil comprender que estés sacrificando cosas por un proyecto para la comunidad. Si yo no hubiera construido el cine, capaz hubiera cambiado el auto o mejorado mi casa, pero no me hubiese sentido realizado. La felicidad que siento cuando viene por primera vez un chico al cine no se compra con nada.
– ¿Siempre confiaste en que ibas a terminarlo?
– Mi único impedimento fue que ya estaba mal de salud y para poder construirlo tenía que tomar muchos calmantes para soportar los dolores. A pesar de no estar de acuerdo con las políticas económicas menemistas, soy consciente que ellas me ayudaron a poder terminarlo ya que los materiales estaban mucho más baratos que en los tiempos que vinieron después.
–¿Cómo fue la inauguración?
– Ocurrió el 03 de junio de 2000. Fue conflictiva porque el municipio no estaba de acuerdo en la construcción del cine. Pensaban que no era profesional y la obra podía ser peligrosa para los vecinos. Sin embargo, al tener todo en regla pude conseguirla. Después, tuve problemas porque se instaló un espacio INCAA y pareciera que para la clase política no podían funcionar los dos. Este nuevo cine llegó luego de cinco años que inauguré el mío. De todos modos, nunca pudieron clausurarlo en esos 19 años que lo tengo. Sigo conservando los mismos precios económicos para que nadie se quede sin su entrada.
–¿Qué tiene de especial «El Paradiso»?
– Ya tengo mi público fijo, para algunos puede ser poco, pero para mí es todo lo que tengo. Por supuesto que mi cine no se compara con las grandes salas de Buenos Aires, pero para mí sigue siendo el más lindo. Acá veo reflejada mi lucha y el sacrificio mío y de mi familia. Es verdad que hoy a la gente le cuesta salir de la casa y prefiere ver las películas allí, pero por más que tengas el mejor televisor, la experiencia de disfrutar de una película con otras personas y después poder debatir o conversar es inigualable. La diferencia que existe con mi cine es la atención que les brindo a los espectadores. Los saludos, se arma una tertulia antes y después de la película. Puedo ser pobre pero mi felicidad está en otro lado. Tengo la alegría de estar con los chicos. Algunos a veces se asustan o se quedan hasta tarde y los alcanzo a sus casas.
– Hoy, ¿cuáles son las principales inconvenientes del cine?
– Nuestro principal problema es el económico. Con mi mujer cobramos una pensión y no contamos con plata extra para invertir en el cine. No quiero imaginar lo que pasaría si el proyector, que está viejito, se rompa o haya que cambiarlo. Los vecinos me ayudan, me dan trabajos pequeños para que haga. Así pude juntar algo para poder comprar películas cada vez que viajo a Buenos Aires. Pero es un presupuesto y está todo muy caro. Tengo varios gastos fijos como la luz y el seguro de los espectadores. No quiero aumentar mucho la entrada porque sé que a las personas que vienen les cuesta mucho juntar ese dinero y no me gustaría que dejen de venir por el precio. Cada tanto hacemos eventos para poder recaudar fondos. Es una lucha constante. Estoy un poco cansado pero no estoy vencido. Mi esperanza es que con el estreno en Buenos Aires pueda surgir alguna ayuda.
– A pesar de todas las dificultades, ¿de dónde sacás la fuerza para seguir apostando por tu cine?
-Siento que el cine es una misión que tengo en la vida. Por más que las cosas se pongan difíciles yo no voy a parar de luchar por él. Siento que no puedo defraudar a todos esos niños que vienen llenos de ilusiones a ver las películas que elijo. El cine para mí es como la sangre para Drácula. Sin él no me imagino viviendo. Es todo a pulmón. Puedo estar muy agotado pero cuando entro a la sala, limpió las butacas, preparo la pizarra con los horarios y preparo el proyector, siento que se me olvida todo. Como le pasa a los actores cuando se suben al escenario. Es algo mágico.
– ¿Cómo se tomaron la propuesta de la directora de hacer una película con tu historia?
– Luz quedó muy emocionada con la historia de mi cine y desde el primer momento pensó que se debía filmar. Todos fueron muy cálidos, desde la filmación, que tardó casi diez años, hasta el acompañamiento que tuve cuando viajábamos a presentarla. Gracias a la película, pude tomar por primera vez un avión que me llevó al Festival de Cine de Lima, Perú. Allí me recibieron como a una estrella de Hollywood. Hasta tenía un chofer que me acompañaba todo el tiempo. Sabía que el documental iba a traer mucha repercusión pero nunca esperé que recorriera numerosos festivales y tenga tantas buenas críticas. La función más emocionante fue en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde pude verlo con gran parte de mi familia que viajó desde Entre Ríos. En muchas partes no pude contener las lágrimas. Hasta pude reconciliarme con una sobrina que hace años que no veía. Ella pudo ver toda mi lucha. Para mí, es un sueño que se estrene en el cine Gaumont. Muchas veces cuando vine a comprar películas pasé por la puerta y me deslumbré con esa sala tan maravillosa.
– ¿Qué ocurrió cuando vieron el documental en Villa Elisa?
– Cómo la sala es chica. Tuvimos que hacer varias funciones. Todos pudieron recordar todo el esfuerzo que significó para mí realizar el cine. Además, fue una manera de recibir el reconocimiento de los vecinos ya que como dicen uno nunca es profeta en su tierra. Hay muchas personas que lo desmerecen diciendo que es el cine de los pobres. Sin embargo, se sorprenden cuando vienen, ven lo linda que está la sala y reconocen la calidez de nuestra atención.
*Un cine en concreto se verá en funciones diarias a las 19:30 horas a partir del Jueves 31 en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635, CABA)
Fuente: Infobae