“Las bibliotecas están llenas de ideas, tal vez, por eso sean las más peligrosas de las armas” ( anónimo).
A lo largo del tiempo, la humanidad ha querido transmitir el saber a través de diversos medios hasta llegar al soporte más novedoso que conocemos hoy, el libro digital y ha querido preservar ese conocimiento en edificios dispuestos a tal fin, a los que denominamos: bibliotecas.
Si hiciéramos un viaje al pasado, deberíamos viajar a Egipto y visitar dos ciudades muy famosas por sus imponentes bibliotecas; me estoy refiriendo a la de Alejandría y de Pérgamo.
La primera fue la más grande del mundo antiguo, fundada en el siglo III a.C por Ptolomeo I Sóter y llegó a contener más de 900.000 manuscritos.
Se dedicaba al estudio de la filología y de la filosofía (disciplina que abarcaba toda la línea de pensamiento). Entre sus obras, se podían encontrar más de cien dramas del gran dramaturgo Sófocles, de las que sólo han sobrevivido siete.
Algunos investigadores suponen que, también, había testimonios sobre la existencia de la Atlántida, el continente perdido, del cual hace referencia Platón en sus escritos; además, contaba con los tratados de Arquímedes y de Euclides, pero lamentablemente, toda esta obra valiosísima fue víctima del incendio organizado por las tropas de Julio César, y posteriormente, saqueada durante el reinado de Aureliano, luego de Dioclesiano y más tarde, destruida durante la dominación árabe en el siglo VII d.C. La misma suerte corrió su hermana de Pérgamo y gran parte del tesoro del conocimiento sobre la historia de la humanidad se perdió con ellas.
Afortunadamente, la biblioteca de Alejandría fue reconstruida y reinaugurada el 16 de octubre del 2002 para el beneplácito de los estudiosos del mundo entero. Volviendo a nuestros días, una mención especial merece nuestra biblioteca nacional, la cual fue creada en 1810 en el Cabildo de Buenos Aires. Funcionaba en lo que es hoy la Manzana de las Luces y sus primeros ejemplares fueron donados por el Cabildo Eclesiástico y el Real Colegio de San Carlos.
Nuestro ilustre prócer, Mariano Moreno, fue designado Protector del la Biblioteca, en tanto que Cayetano Rodríguez y Saturnino Segurola fueron los primeros bibliotecarios.
Tuvo directores notables de la talla de Gustavo Adolfo Martínez Zuviría, más conocido como Hugo Wast, autor de conocidas novelas: Piel de durazno, Valle Negro, La que no perdonó, entre otras, quien además, tuvo el honor de haber estado a su cargo durante el período más largo ( 1931-1955).
Su sucesor, el celebérrimo escritor Jorge Luis Borges la dirigió entre 1955 y 1973 y fue en ese ámbito, donde se inspiró para crear famosos cuentos, entre los cuales destaco La Biblioteca de Babel. Según el crítico literario Noé Jitrik, Borges considera a la biblioteca como un símbolo del universo, el cual es interminable e infinito, pero que, a la vez, posee un orden que, también, es infinito e impenetrable. De esta visión caótica del universo, surge la imagen favorita de Borges: el laberinto.
Durante la gestión de Borges, se comenzó a generar el proyecto de trasladarla al barrio de la Recoleta, lugar donde se sitúa hoy. Debemos destacar que cuenta con más de 900.000 ejemplares, una excelente hemeroteca, además de fotografías, mapas, medallas y partituras musicales.
Cuenta con 21 Incunables ( libros que surgieron desde la creación de la imprenta hasta el siglo XVI) de los cuales, es interesante mencionar:
Los Tratados de teología de san Agustín, de santo Tomás de Aquino, de san Gregorio Magno y ejemplares de la Divina Comedia de Dante Alighieri, que datan del siglo XV entre otros.
- Imagen de San Agustín
Por primera vez en su historia, a partir del 6 de agosto del 2018, se encuentra una mujer al frente de su dirección, la señora Elsa Barber.
Como cierre, me encantó este pensamiento de la genial Mafalda de Quino; les regalo esta frase:
Con total seguridad, estoy plenamente convencida de que si fuese así, este MUNDO SERÍA, REALMENTE, MARAVILLOSO.
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Patricia Giuffré es Profesora y Licenciada en Letras. Ya editó varios libros, y conduce un programa en el canal Santa María llamado “Protagonistas por Siempre” que destaca los valores de distintas personalidades de la literatura, la historia, la religión y otras disciplinas.