4 errores que cometen las parejas al hablar de plata

Las equivocaciones más comunes de mujeres y hombres y cómo revertirlas.

Me gusta hablar con mi marido sobre muchas cosas, pero el dinero no es una de ellas. La mayoría de nuestras conversaciones sobre gastos son más o menos así: lamentamos los saldos de nuestras tarjetas de crédito. Nos quejamos de los costos del cuidado infantil. Luego nos retiramos hasta que llegue la próxima factura o la temporada de impuestos arroje una luz brillante e implacable sobre nuestras finanzas, como ocurre ahora.

Me consuela saber que no somos los únicos que nos angustiamos hablando de dinero. En un pequeño estudio, las parejas casadas informaron que sus desacuerdos relacionados con el dinero tendían a ser más intensos que las discusiones sobre otros temas y tenían menos probabilidades de resolverse. Otra investigación sugiere que los conflictos financieros pueden ser un predictor más fuerte de divorcio que otros tipos de desacuerdos.

Es realmente difícil sentirse cómodo al iniciar estas conversaciones”, señala Jillian Knight, terapeuta matrimonial y familiar autorizada que se especializa en terapia financiera, que combina asesoramiento financiero con apoyo psicológico. “Porque muchas veces la gente tiene la creencia de que no se debe hablar de dinero o que no son buenos con el dinero”, agrega.

En conversación con la Sra. Knight y otros terapeutas que trabajan con parejas en cuestiones de dinero informan sobre algunos errores comunes en la comunicación.

Muchas veces la gente tiene la creencia de que no se debe hablar de dinero o que no son buenos con el dinero
Muchas veces la gente tiene la creencia de que no se debe hablar de dinero o que no son buenos con el dineroCast Of Thousands – Shutterstock

Error 1: asumir que tienes los mismos valores

Tendemos a internalizar las lecciones financieras de nuestras familias, sostiene Lisa Marie Bobby, terapeuta matrimonial y familiar autorizada. Pero según ella los conflictos surgen cuando las parejas románticas asumen que su punto de vista es el único en lugar de tomarse el tiempo para explorar las historias financieras de cada uno. “Esto lleva a peleas a veces feroces, discutiendo cuál es la perspectiva ‘correcta’”, dice.

Para comprender mejor la opinión de la pareja, se puede comenzar con una pregunta amplia como “¿Qué lecciones sobre dinero aprendiste cuando eras niño?”, recomienda Stephanie Zepeda, terapeuta matrimonial y familiar autorizada en Houston. Por ejemplo, explica que si los padres de uno perdieron su trabajo varias veces, es posible que se haya crecido creyendo que ahorrar dinero es la máxima prioridad. O quizás se haya llegado a pensar que es importante decir sí a todas las experiencias y lujos que no se tuvieron en la niñez.

Error 2: no registrarse

“A menudo, uno de los socios de una relación se convierte en el administrador predeterminado del dinero”, señala Knight. Si bien eso funciona para muchas parejas, ella cree que ambos deben comprender al menos algunos conceptos básicos: ¿Cuánto dinero ingresa? ¿Cuánto dinero sale? ¿Dónde está el dinero y cómo puedo acceder a él si es necesario? ¿Y cuáles son nuestros grandes objetivos financieros?

Las parejas deben programar charlas periódicas o “reuniones de dinero” para comprobar brevemente cómo van las cosas y prepararse para cualquier decisión o gasto importante que se avecine. No se debe procurar discutir todo sobre las finanzas en una sola sesión. “Eso puede ser abrumador”, explica Knight. En su lugar, sugiere hacer de la comunicación financiera una parte habitual de la relación. “Y cuando llegue la hora programada (una vez a la semana es lo ideal), es conveniente asegurarse de que ambos estén relativamente relajados y bien alimentados”, añade.

Error 3: Dejar que las conversaciones difíciles fracasen

“Debido a que las conversaciones financieras pueden convertirse en discusiones, las parejas a veces (sabiamente) dejan el tema para relajarse”, informa LaQueshia Clemons, trabajadora social clínica autorizada en Middletown, Connecticut.

Pero en lugar de volver intencionalmente al tema (tal vez un debate sobre gasto versus ahorro) más tarde, lo ignoran hasta que el tema vuelve a surgir. “Se convierte en un círculo en el que a veces las parejas quedan atrapadas”, dice. Por eso es esencial que uno vuelva a conectarse después, idealmente dentro de las 24 horas. De lo contrario –señala– los desacuerdos pueden quedar sin resolver y los resentimientos pueden hervir a fuego lento.

“Cuando se reúnan nuevamente, traten de no repetir simplemente lo que estaban diciendo antes”, agrega Clemons. Aconseja comenzar por notar algo que se aprecie acerca de cómo la pareja maneja el dinero, incluso si es simplemente reconocer que paga ciertas facturas a tiempo.

Una investigación sugiere que los conflictos financieros pueden ser un predictor más fuerte de divorcio que otros tipos de desacuerdos
Una investigación sugiere que los conflictos financieros pueden ser un predictor más fuerte de divorcio que otros tipos de desacuerdos

Error 4: centrarse solo en la escasez

Megan McCoy, profesora asistente en el departamento de planificación financiera personal de la Universidad Estatal de Kansas, no restó importancia a las tensiones financieras que enfrentan muchas parejas. A veces simplemente no hay suficiente dinero y ninguna cantidad de jiu-jitsu verbal puede aliviar la tensión que ejerce una relación. Pero cuando sea posible, cree que las parejas deberían inyectar algo de alegría en sus conversaciones financieras.

Por ejemplo: dos veces al año, la Dra. McCoy y su esposo compran un boleto de Powerball y pasan una cita nocturna hablando sobre lo que harían si ganaran. ¿A qué dedicarían más tiempo? ¿Viajarían más? ¿Pagarían a alguien para que se hiciera cargo de determinadas tareas de la casa? Quizás, entonces, podrían empezar a ahorrar más para unas vacaciones o conversar sobre la redistribución de la carga doméstica para sentirse más iguales.

“Realmente creo que es un gran error hablar solo de escasez: dónde debemos recortar, cómo debemos presupuestar”, dice McCoy. “Se puede aprender mucho al tener esas conversaciones positivas y divertidas”, concluye.

Por Catherine Pearson.

Fuente: The New York Times, La Nación.