Hace apenas unos días, este simpático personaje cumplió sus primeros 90 años. Su creador, Walter Elías Disney, también, hubiera cumplido este 5 de diciembre 117 años y ambos, tomados de la mano, como los ha inmortalizado la estatua que se halla en uno de los parques, han sido los artífices de las películas animadas infantiles que han deleitado a millones de niños del mundo entero por varias generaciones.
Walt Disney tuvo un sueño y la tenacidad de llevarlo a cabo. Desde muy niño, se dedicó a dibujar las historietas en el periódico escolar de su ciudad natal y paulatinamente, fue desarrollándose en el mundo de la animación hasta fundar la primera productora de películas infantiles junto a su hermano Roy.
En 1923, se trasladó a Hollywood con apenas 40 dólares en el bolsillo y su corazón cargado de sueños para lograr el primer contrato importante.
En 1927, nació el conejo Oswald, cuyo éxito fue instantáneo; sería el precursor de nuestro querido ratón; debido a que la Universal Pictures no quiso pagarle a Disney lo acordado en el contrato por su creación, sino por el contrario, decidió pagarle menos de lo convenido, Disney optó por lanzarse por su propia cuenta y fue entonces, cuando le surgió la idea de crear a este entrañable personaje con su característico pantaloncito rojo, sus zapatos amarillos , sus guantes blancos y bautizarlo con el nombre de Mortimer.
Gracias a la intervención de su esposa, Lilian Bounds, a quien no le pareció apropiado ese nombre, nuestro ratón pasó a llamarse Mickey y a partir de ese momento, su fama no ha parado de crecer.
Durante la década del 30, el mercado se llenó de objetos emblemáticos con su simpática sonrisa, la que pasó a brillar en brazaletes, juguetes, muñecos, y hasta en un reloj de oro diseñado por Cartier. Luego, vinieron otros personajes a hacerle compañía: su eterna amada, Minnie, el indescifrable pato Donald con su novia Daisy, su inseparable mascota, el perro Pluto, Goofy, y tantos otros.
A fines de 1940, Disney solía llevar a sus dos hijas a los parques de diversiones, y un domingo, mientras estaba sentado esperando a que las niñas terminaran de jugar , se puso a pensar que sería mucho más divertido si los padres, en lugar de estar sentados esperando a sus hijos, pudieran compartir con ellos ; fue entonces cuando se le ocurrió la idea de crear un parque de atracciones para que las familias pudieran compartir sus vacaciones donde todos disfrutaran y así, nació Disneylandia.
El 17 de julio de 1955 abrió sus puertas por primera vez con el nombre de parque de Mickey Mouse cerca de los estudios Disney en Los Ángeles, California y ya, desde ese primer día, contó con la presencia de 160.000 personas. A partir de 1957, se convirtió en una de las atracciones más importantes de los Estados Unidos.
En 1970, se construyó el parque Magic Kingdom en la ciudad de Florida y desde el 2001, forma parte de un complejo denominado Disneyland Resort, que incluye varios parques temáticos, hoteles, restaurantes, negocios etc.
También, se ha extendido a otros países como Francia, China, y Japón.
Sus animaciones han incursionado en los diferentes medios: la radio, la televisión, el cine, el teatro, las redes, las historietas, y los libros de cuentos. Su temática, por demás nutrida y completa, tiene por protagonistas a los más variados personajes de los clásicos de la literatura infantil y juvenil.
Walt Disney fue, sin duda, un visionario que supo interpretar el modo de vida de la sociedad de su tiempo, basada en el tan ansiado “Sueño Americano”. Su lema favorito y motor de su vida era:
“Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”
Y a lograrlo, abocó su vida.
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Patricia Giuffré es Profesora y Licenciada en Letras. Ya editó varios libros, y conduce un programa en el canal Santa María llamado “Protagonistas por Siempre” que destaca los valores de distintas personalidades de la literatura, la historia, la religión y otras disciplinas.
El programa hace 9 años que se emite por la señal 424 de la televisión abierta, y se retransmite por telecentro, telered y el Canal de Ciudad.
El objetivo de esta nueva columna “Crisol” es volver a la fuente de los valores éticos, eternos y universales que nos mejoran como seres humanos y como sociedad.
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